arrow_back

Carolina
Murcia

Honduras.
Defensora de los derechos de la comunidad LGTBIQ refugiada. Consiguió el estatus de refugio después de tres años de espera.

derecho al trabajo anulado por la transfobia

play_arrow

carolina
murcia

derecho al trabajo
anulado por la
transfobia

Una noche cualquiera, en las calles de San Pedro Sula, la segunda mayor ciudad de Honduras, un hombre mató a tiros, enfrente de Carolina Murcia, a una mujer. Una sociedad atravesada por la transfobia les había negado otros posibles caminos laborales y se habían visto conducidas a ejercer como trabajadoras sexuales en la calle. Podría haber sido una muerte más, olvidada en la impunidad: desde 2009, más de 400 personas de la comunidad LGTBI han sido asesinadas en Honduras según las Naciones Unidas. Pero Carolina Murcia denunció al asesino, lo identificó en una rueda de reconocimiento y lo vio entrar en prisión con una condena de 22 años.

A continuación, tuvo que salir del país por ser testigo protegido. El 25 de septiembre de 2016 llegó a Madrid, con poco más que su maleta y la intención de pedir asilo. Como solicitante de protección internacional, entró en el sistema de acogida y le tocó una plaza en Barcelona, “una ciudad muy abierta”, donde tendría, según las trabajadoras sociales, más oportunidades que en otros rincones del Estado español como Teruel o Ciudad Real, donde envían a muchas solicitantes de asilo que denuncian sentirse marginalizadas. Carolina Murcia se apresuró a organizarse, a encontrar algún colectivo o asociación donde sentirse acompañada por su comunidad.

Rodrigo
Araneda

Chile

Psicólogo comunitario y presidente de ACATHI, una asociación centrada en migraciones, refugio y diversidades LGTBIQ+.

Así tropezó con ACATHI, una asociación que acompaña a la migración y el refugio desde las diversidades LGBTIQ+. “En ACATHI sí me sentí acogida, en un espacio seguro, comprendida”, explica la hondureña. “Necesitábamos un espacio que observara a la persona más allá del cajón que le corresponde como migrante o persona LGTB para poder trabajar en términos de la llegada de la persona, sus angustias, la red social de apoyo que necesita”, explica Rodrigo Araneda, psicólogo comunitario y director de ACATHI.

En su territorio, Murcia estudió “bachillerato y llegué a cursar diez materias de Ingeniería Industrial”. Una vez aquí, a través del programa de acogida, la colocaron en “un curso de limpieza de seis meses, pero dije que no. Yo no quería trabajar en limpieza, quería trabajar de camarera, de algo de cara al público, que es lo que me gusta”.

Pero no tardó en enfrentarse a la discriminación por transfobia en el ámbito laboral: “La persona que me entrevistaba me decía: ‘Lo consultaré, pero no creo que te cojamos. Nunca nos ha tocado una persona así’”, recuerda Murcia. Poco tardó en tener que ejercer como trabajadora del hogar. Tres años y distintos episodios de discriminación después, con el estatus de refugio por fin aprobado, ha encontrado trabajo de camarera en un restaurante, “lo que siempre me ha gustado”.